¡Deja de comer sin gluten, imbécil!

No descubrimos nada si decimos que la comida sin gluten está de moda.

El aspecto negativo de las modas asociadas a la salud es que suelen atraer a un sector de gente ignorante que pueden convertir lo que para ellos es un mero estilo de vida en un problema para las personas que siguen una dieta como tratamiento médico. Lo hemos visto en casos de deportistas que de la noche a la mañana adoptan todo tipo de dietas con la esperanza de mejorar su rendimiento.

Los casos de deportistas de élite genuinamente celíacos como Novak Djokovic o Collin McHugh han propiciado que en ese mundo de ignorancia y deseos de salud imposibles se propague la idea de que el gluten es un ente maligno y que su eliminación es beneficioso.

¡No es el gluten, eres tú!

Lo que el ignorante medio parece no comprender es que estas personas (deportistas o no) mejoran su rendimiento y su vida diaria porque eliminan la sintomatología de una enfermedad.

Imaginad el caso de personas con jaquecas o epilepsia. Si el día de mañana se inventase un medicamento capaz de eliminar todos los impedimentos que esto supone para estas personas, ¿tendría sentido que todos empezáramos a tomar ese medicamento en masa solo porque ellos han mejorado su calidad de vida?

Esto es exactamente lo que sucede con las personas que dejan de consumir gluten esperando una mejora física milagrosa.

Dos casos prácticos

En algunos países donde la comida sin gluten lleva unos años pegando fuerte (como Reino Unido o Estados Unidos) es habitual encontrar infinidad de restaurantes con oferta sin gluten.

Recientemente fuimos a un restaurante italiano en Edimburgo que ofrece platos sin gluten. Pedimos un plato de pasta que tenía un sobrecoste de 0.50£ (algo bastante habitual, aunque no comprendemos por qué). El camarero nos sugirió pedir el mismo plato en su versión normal para ahorrarnos ese coste extra.

Hemos llegado a un punto en el que se asume que comer sin gluten es una elección y no una necesidad

También en Edimburgo, en un supermercado de la cadena Tesco, encontramos una bolsa de patatas que aunque se ofertaba como gluten-free, al mirar la letra pequeña descubrimos que se indicaba claramente que podía contener trazas. Pusimos esto en conocimiento del encargado de la sección de alimentos gluten-free y nos dijo de forma abierta que no lo iban a cambiar puesto que no habían recibido quejas de nadie.

La conclusión que sacamos de todo esto es que con el paso del tiempo, la alimentación sin gluten puede llegar a verse como un capricho y esto es gracias a esas personas que no sólo deciden empezar una dieta supuestamente saludable, sino que se permiten el descaro de mostrar que se la pueden saltar sin sufrir consecuencias.

Si conocéis a una de estas personas, podéis compartir este artículo y darle un magnífico capón de nuestra parte.

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